miércoles, 3 de agosto de 2011

Forbes, el "Chapo" y la ética periodística


La revista Forbes, caracterizada por listar a las personas más poderosas del planeta, en su más reciente actualización de dicha lista, hecha en marzo de este año, le trajo una desagradable sorpresa a más de una persona, en cuenta a mí.
Entre líderes políticos y empresarios destacados que han amasado grandes fortunas o tienen gran influencia en la sociedad (razones que les han hecho ganarse un puesto en la lista) como Hu Jintao o Bill Gates, resalta el nombre de un hombre que es mejor conocido por su apodo: el “Chapo” Guzmán.
Sin embargo, lo “destacable” del señor llamado Joaquín Guzmán Loera, no es ser latino ni ostentar el número 60 en la lista; ni siquiera lo es el monto que amasa en su fortuna, calculado en 1 billón de dólares.
El “Chapo” aparece catalogado entre los más poderosos con una profesión nunca antes vista en la lista que lo ensalza: la de traficante de drogas. Es la cabeza del Cartel de Sinaloa y se le considera responsable de aproximadamente un 25% del total de drogas ilegales que ingresan a Estados Unidos desde México. Es además uno de los 10 fugitivos más buscados en el mundo.
Desde mi punto de vista, el hecho de que Forbes tenga sus propios parámetros para medir el poder de los candidatos a su listado es perfectamente válido. La marca de la publicación tiene un reconocimiento importante a nivel mundial y debería asegurarse de ofrecer la información de la forma más veraz y acertada posible.
Lo reprochable, casi nefasto, de esta situación es que la ética del periodismo no haya sido lo suficientemente tomada en cuenta por los editores de Forbes, como para filtrar de la lista a un pillo de esa categoría que, sin importar entonces la cantidad de poder que tenga en sus manos, pueda llegar a ser considerado como un ejemplo para el público que recibe la información.
Si el editorial de un medio describe a la sociedad de la que quiere formar parte, ¿cuál es el mensaje que noticias como esta le están enviando a la audiencia? Basta con leer los comentarios al pie de la nota para darse cuenta de que algo no está bien si hay gente que expresa su deseo de “ser como el Chapo” cuando sean grandes.

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