Confieso que este mes iba a tratar otro tema, pero recibí un correo de una lectora con sus comentarios y vivencias respecto a la última columna y creo que mucho merecen ser reproducidos. Entonces, ahí les va la Bisagra de noviembre recargada. Por razones obvias se omite la identidad de la autora del correo.
“Querida doña Bisagra:
Me decidí a escribirle este correo porque realmente me siento agradecida con su último artículo acerca de los consoladores femeninos. Verá, yo siempre había tenido curiosidad por usar uno pero no me había animado a comprarlo pues vivo con mi novio y no creí que a él le fuera a hacer mucha gracia. Sin embargo, cuando leí su columna le vi otra posibilidad al asunto, entonces puse a mi novio a leerla, sólo para observar su reacción.
Al principio se quedó callado. Luego me preguntó que si yo alguna vez había usado uno. Cuando le dije que no, no me dijo nada más. A la semana siguiente, fuimos a almorzar al Mall porque en la tarde él salía de viaje, y después de comer me dijo que lo acompañara a comprar algo. Me llevó a Erótica, directo a la sección de consoladores y me dijo que escogiera el que más me gustara. Yo no salía de mi asombro, pero menos de la contentera, entonces me puse a verlos todos y escogí uno, de dos que me llamaron la atención. Mientras mi novio fue a pagarlo, (junto con un par de baterías triple A pues dice que un regalo se da completo o mejor no se da) el tipo que nos atendió me recomendó comprar algún lubricante, que porque era lo recomendado, además de lavar el aparato con jabón antibacterial antes de usarlo por primera vez. Yo le dije “no gracias” a lo del lubricante pues nunca lo he necesitado, acepté el consejo del jabón y salí a buscar a mi amor. Cuando íbamos saliendo de la tienda me dijo que ese regalito era para que no lo extrañara tanto los días que iba a estar fuera.
Esa misma noche lo estrené. El pequeño tiene 3 velocidades de vibración; la primera y la segunda son muy placenteras, pero la tercera (la más veloz) es de manejarse con cuidado pues se siente como un pequeño shock eléctrico y puede dejar la zonas sensibles “atontadas” por unos minutos. El caso es que mi primera experiencia fue todo un éxito y así se lo hice saber a mi novio por teléfono cuando me llamó. Me dijo, con un tono que no supe si era preocupación o celos, que ojalá que no hubiera sido él mismo quien me hubiera conseguido su reemplazo. Yo le dije que no fuera tonto, que el enano trabajaba bien pero que su peso sobre mí me hacía mucha falta, a lo que me respondió que entonces, si me conseguía un saco de harina, resolvía el problema. Chistes malos que se le ocurren para que yo le repita qué tan importante es para mí, pero bueno.
Lo que yo no sabía era que lo mejor estaba por venir. Cuando volvió al país, por supuesto quería estrenar al aparato conmigo, pero principalmente observar la acción, creo yo. ¡Qué cierto es eso de que les encanta ver! La cara que tenía era la misma de un chiquito que lleva meses esperando un juguete y por fin lo tiene entre sus manos o, en este caso, las de su novia. Pero más allá de eso, a partir del momento en que él dejó de ser simple espectador y se volvió partícipe de la acción, lo único que puedo decir es que las cosas se pusieron tan intensas que la experiencia en solitario, que ya de por sí había sido excelente, se quedó unos diez niveles de calidad por debajo de lo que fue utilizar el consolador en pareja. ¡Con decirle que por primera vez en la vida me dormí yo primero que él!
Entonces, de nuevo tengo que decirle gracias por el consejo y las ideas, han sido de muchísimo provecho para mi vida sexual, o la nuestra, en realidad. Ahora solo me falta ponerle nombre a nuestro nuevo amigo; ¿alguna sugerencia?”
No querida, mis agradecimientos son para vos por compartir, aunque me da un poco de pena reconocer que siento que mi columna fue la que se quedó un poco corta para lo maravillosa que parece haber sido tu experiencia. Ojalá que, como vos y tu novio, otras parejas se animen a experimentar y a descubrir esos “pequeños o enanos” placeres que pueden estar a la mano de todos, pero que muchas veces no nos atrevemos a explorar.
Me despido con los mejores deseos de felicidad, amor y buen sexo para ustedes este fin de año que se aproxima. Nos vemos en enero.
“Querida doña Bisagra:
Me decidí a escribirle este correo porque realmente me siento agradecida con su último artículo acerca de los consoladores femeninos. Verá, yo siempre había tenido curiosidad por usar uno pero no me había animado a comprarlo pues vivo con mi novio y no creí que a él le fuera a hacer mucha gracia. Sin embargo, cuando leí su columna le vi otra posibilidad al asunto, entonces puse a mi novio a leerla, sólo para observar su reacción.
Al principio se quedó callado. Luego me preguntó que si yo alguna vez había usado uno. Cuando le dije que no, no me dijo nada más. A la semana siguiente, fuimos a almorzar al Mall porque en la tarde él salía de viaje, y después de comer me dijo que lo acompañara a comprar algo. Me llevó a Erótica, directo a la sección de consoladores y me dijo que escogiera el que más me gustara. Yo no salía de mi asombro, pero menos de la contentera, entonces me puse a verlos todos y escogí uno, de dos que me llamaron la atención. Mientras mi novio fue a pagarlo, (junto con un par de baterías triple A pues dice que un regalo se da completo o mejor no se da) el tipo que nos atendió me recomendó comprar algún lubricante, que porque era lo recomendado, además de lavar el aparato con jabón antibacterial antes de usarlo por primera vez. Yo le dije “no gracias” a lo del lubricante pues nunca lo he necesitado, acepté el consejo del jabón y salí a buscar a mi amor. Cuando íbamos saliendo de la tienda me dijo que ese regalito era para que no lo extrañara tanto los días que iba a estar fuera.
Esa misma noche lo estrené. El pequeño tiene 3 velocidades de vibración; la primera y la segunda son muy placenteras, pero la tercera (la más veloz) es de manejarse con cuidado pues se siente como un pequeño shock eléctrico y puede dejar la zonas sensibles “atontadas” por unos minutos. El caso es que mi primera experiencia fue todo un éxito y así se lo hice saber a mi novio por teléfono cuando me llamó. Me dijo, con un tono que no supe si era preocupación o celos, que ojalá que no hubiera sido él mismo quien me hubiera conseguido su reemplazo. Yo le dije que no fuera tonto, que el enano trabajaba bien pero que su peso sobre mí me hacía mucha falta, a lo que me respondió que entonces, si me conseguía un saco de harina, resolvía el problema. Chistes malos que se le ocurren para que yo le repita qué tan importante es para mí, pero bueno.
Lo que yo no sabía era que lo mejor estaba por venir. Cuando volvió al país, por supuesto quería estrenar al aparato conmigo, pero principalmente observar la acción, creo yo. ¡Qué cierto es eso de que les encanta ver! La cara que tenía era la misma de un chiquito que lleva meses esperando un juguete y por fin lo tiene entre sus manos o, en este caso, las de su novia. Pero más allá de eso, a partir del momento en que él dejó de ser simple espectador y se volvió partícipe de la acción, lo único que puedo decir es que las cosas se pusieron tan intensas que la experiencia en solitario, que ya de por sí había sido excelente, se quedó unos diez niveles de calidad por debajo de lo que fue utilizar el consolador en pareja. ¡Con decirle que por primera vez en la vida me dormí yo primero que él!
Entonces, de nuevo tengo que decirle gracias por el consejo y las ideas, han sido de muchísimo provecho para mi vida sexual, o la nuestra, en realidad. Ahora solo me falta ponerle nombre a nuestro nuevo amigo; ¿alguna sugerencia?”
No querida, mis agradecimientos son para vos por compartir, aunque me da un poco de pena reconocer que siento que mi columna fue la que se quedó un poco corta para lo maravillosa que parece haber sido tu experiencia. Ojalá que, como vos y tu novio, otras parejas se animen a experimentar y a descubrir esos “pequeños o enanos” placeres que pueden estar a la mano de todos, pero que muchas veces no nos atrevemos a explorar.
Me despido con los mejores deseos de felicidad, amor y buen sexo para ustedes este fin de año que se aproxima. Nos vemos en enero.
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